El chocolate negro, también llamado amargo o puro, está repleto de beneficios para nuestro organismo si consumimos el que realmente cumple con los parámetros deseables y no sobrepasamos la cantidad diaria recomendada por los nutricionistas. Este superalimento es bueno para el cerebro, el corazón y el ánimo, siendo además un buen aliado de las personas que quieren adelgazar. Se obtiene mezclando dos productos derivados de las semillas del cacao: la pasta y la manteca, material sólida y grasa a la que no se le añade leche ni azúcar. Únicamente es saludable si su porcentaje de cacao es igual o mayor del 70%.
Que tenga un menor contenido de azúcares hacen que el chocolate negro esté menos asociado a la obesidad y a los riesgos de padecer diabetes o caries, pero estos no son sus únicos beneficios. La Universidad Complutense de Madrid y el CSIC llevaron a cabo un estudio en el que demostraban que tiene efectos cardioprotectores gracias a su alto contenido en flavonoides, que actuaban sobre el colesterol y la presión arterial. De hecho, la Fundación Española del Corazón (FEC) lo incluye como uno de los alimentos recomendables en una dieta saludable y destaca investigaciones en las que se ha demostrado que duplica el número de células angiogénicas circulantes en la sangre, las que reparan y mantienen los vasos sanguíneos.
El chocolate negro ejerce además un efecto probiótico incrementando las bacterias buenas, como lactobacilos y bifidobacterias del intestino, y también ayuda a regular el tránsito intestinal porque continene fibra indisoluble, que previene el estreñimiento, retiene agua y acelera la digestión. Tomarlo también contribuye a cuidar los riñones porque ayuda a frenar la cristalización del ácido úrico por su contenido en teobromina y previene los cálculos renales. También es beneficioso para mejorar el estado de ánimo, reducir el estrés y obtener una sensación de calma y satisfacción según las investigaciones de la Universidad de las Islas Baleares.
Una de las ventajas más desconocidas de comer chocolate negro la han estudiado investigadores de la Universidad de L’Aquila, en Italia, y tiene que ver con la disminución del riesgo de sufrir deterioros cognitivos o demencia. Precisamente los flavonoides vuelven a jugar aquí un papel fundamental al aumentar el volumen sanguíneo cerebral que reduce los daños sufridos por el envejecimiento y, por lo tanto, el deterioro de la memoria relacionado con la edad, entre otros perjuicios asociados al paso del tiempo.